Retamos a quienes nos leen en el sitio web oficial del Giro d’Italia a buscar más de quince kilómetros de llano en el trazado de este viernes. No se esfuercen: pese a que los números hablan de ‘solo’ 3500 metros de desnivel en 168 kilómetros -casi mil quinientos menos que la jornada ‘reina’, que tendrá lugar dentro de dos semanas-, estamos ante un verdadero día de montaña.
La salida es de las que ningún ciclista desea: desde el banderazo, 7,4 km de ascenso al 6% para alcanzar la cima de Roccaraso (4ª categoría), habitual de la Tirreno-Adriatico. Tras un par de repechos y una larguísima bajada hasta el primer Traguardo Volante en Sulmona (km 49,9), se afronta el intrincado Monte Urano (2ª categoría), con cuatro kilómetros y medio al 9,4%.
En la segunda mitad de carrera se supera el larguísimo Vado della Forcella (2ª), casi 22 kilómetros de desiguales rampas, sin descenso inmediato: habrá un páramo de cerca de una decena de kilómetros hasta llegar a Ovindoli (Traguardo Volante, km 115) y poner rumbo al municipio de Tagliacozzo, de nuevo entre largas bajadas, cubriendo en la población el Red Bull KM (km 155,2).
Allí arrancará de inmediato la subida final, primer puerto de 1ª categoría del Giro, con 11,9 kilómetros que por sus rampas medias podrían considerarse tendidos (5,5%), pero con desniveles máximos del 14%, Lo más duro: los últimos 2600 metros, donde las pendientes se vuelven imposibles. Habrá seguro diferencias.