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Oropa, no sólo Pantani… cuántas batallas hacia el Santuario

23/04/2024

Hacía desde 1989 que el Giro de Italia no colocaba un final cuesta arriba en la segunda jornada. En aquel caso fue el Etna, en 2024 será el turno del Santuario di Oropa, confirmando una de las Grandes Salidas más duras de la historia. Va desde San Francesco al Campo hasta el Santuario de Oropa a lo largo de 161 km: están las subidas hacia Oasi Zegna, que en mayo nos reservará una espléndida floración de rododendros (rosas, por supuesto), y Nelva, pero el plato más sabroso es obviamente la subida final de Oropa, con sus 11,8 km al 6,2% que llamarán inmediatamente a filas a los hombres de la clasificación.

La subida a Oropa está indiscutiblemente ligada a Marco Pantani, tanto más este año que celebramos el 25º aniversario de aquella cabalgada triunfal, que relegó al Pirata aún más al mito y a la leyenda. El problema mecánico, el ataque de sus rivales justo cuando estaba parando, y luego la remontada, una tras otra, de todos los corredores, hasta que se quedó solo en cabeza y ganó la etapa, sin exultar. “No pensaba que los había alcanzado a todos”, dijo.

En total, la Corsa Rosa ha cruzado la línea de meta aquí seis veces; la primera fue en 1963 con el éxito de Vito Taccone, mientras que la segunda aparición tuvo que esperar otros 30 años. En la penúltima etapa del Giro de Italia de 1993, en la que se impuso el escapado Massimo Ghirotto, Pëtr Ugrumov atacó al Maglia Rosa Miguel Indurain en la subida a Oropa y el corredor navarro se vio en dificultades. En la meta, Indurain pudo defenderse, conservando su símbolo de líder, pero el cansancio era tal que tras la llegada tuvo que agarrarse a las barreras para no caerse de la bicicleta. ¿Y qué hay de 2017? Fue la última vez que el Giro llegó al santuario y en aquella ocasión los protagonistas fueron Tom Dumoulin y Nairo Quintana.

El poderoso holandés lucía la maglia rosa y aquel día no solo logró esquivar los esperados ataques del colombiano, sino que se alzó con la victoria de etapa, gracias a una progresión letal en el último kilómetro que aplastó la resistencia de su rival Esarabajo. Aquella edición del Giro estuvo muy reñida, Dumoulin, Quintana y Nibali dieron mucha guerra etapa tras etapa, pero al final fue la “Mariposa de Maastricht” quien se llevó a casa el Trofeo Senza Fine.

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