El recorrido: Por esto el Giro d’Italia es tan reconocible
Sálvese quien pueda. La neutralizada y los primeros 3700 metros hasta Mongrando son todo lo que de sencillo tendrá esta Etapa 19. A partir de ahí, plato pequeño, piñón grande -o al revés, en las bajadas; o plato grande, quien pueda y tenga piernas- hasta las cinco y cuarto de la tarde. Subimos una serie de irregulares rampas hasta Croce Serra (3ª categoría; km 15,1); bajamos hasta Borgofranco d’Ivrea; nos introducimos en Aosta por zona de valle hasta Verrès -salida de mañana sábado-, y a partir de ahí, la locura.
El Col Tzecore (1ª categoría; km 67) es el primer gran escollo. 16 kilómetros al 7,7%, con máximas del 15%, para poner las piernas en carne viva. Instalados plenamente en este área francófona de Italia, bajamos hasta Châtillon (segundo Traguardo Volante, km 87,3, tras el inicial de Pont-Saint-Martin, km 36,8) y buscamos el Col Saint-Pantaléon (1ª categoría; km 109,3), calco de la subida anterior, con 16,5 kilómetros y una media del 7,2%.
No habrá terreno llano de descanso tras esta bajada como en el anterior. Al llegar a Saint-Vincent (Red Bull KM, km 129,3), se sube sin respiro. El Col de Joux (1ª categoría; km 145,4) son quince kilómetros al 6,9%. Cuando se corone, habrá una rápida bajada de seis kilómetros hasta el más irregular, pero decisivo, Antagnod (2ª categoría), con casi diez kilómetros y un falso llano a mitad. Desde su cima, solo cinco kilómetros hasta Champoluc. Todo aficionado desea que a esa meta se llegue con minutos de diferencia entre favoritos, porque eso significará que hemos tenido espectáculo del bueno.