Es 27 de mayo de 2023. El Giro d’Italia ha transcurrido como un duelo muy cerrado entre Geraint Thomas, Maglia Rosa hasta esta penúltima jornada, y Primoz Roglic. El as esloveno de Jumbo-Visma corre hoy en tierras friulanas, justo al lado de la frontera eslovena, lo que motiva que un sinfín de aficionados de su país se presenten en la durísima y decisiva cronoescalada al Monte Lussari (casi 8 km al 11% de desnivel).

La contrarreloj, tan intrincada y sin mayor acceso al puerto que la propia ascensión, obliga a que se separe la participación en varios grupos para facilitar el desalojo de ciclistas y equipos. En el último grupo están todos los importantes de la general. Siendo una crono mixta, se opta en la mayoría de casos por salir con bicicleta de crono para la primera parte, llana, y cubrir luego con la bici de ruta la segunda.

Roglic cubre los primeros intermedios más rápido que Thomas. La diferencia, 26″ entre galés y esloveno en la general, propone un final al rojo vivo. Y de repente, todo salta por los aires. En una de las rampas más duras del puerto, la cadena de Primoz Roglic se va al suelo. Se ve obligado a detenerse, con la dificultad añadida de las calas en una rampa de tierra y con ese desnivel, para volver a meterla y proseguir su esfuerzo.

El destino querrá que la persona que le ayudó fuese nada menos que un antiguo compañero de entrenamientos… ¡en su época de saltador de esquí! Mitja Meznar, amigo y apoyo de Primoz en aquellos años, baja corriendo desde el punto en el que se encontraba para ayudarle a remontar y, acompañado de un mecánico de Jumbo-Visma que -como los otros equipos- asistía al esfuerzo desde la moto, por conveniencia logística, le empujan al que será un triunfo asombroso.

Al final, Roglic -y en cierta medida, Meznar, que junto a Primoz había logrado medallas de oro para Eslovenia en la disciplina y le acompañó cuando triunfo en el Mundial junior, muy cerca de allí, en Tarvisio- se impuso por 40″ y dio la vuelta a aquel giro, para desgracia de un Thomas que se retiró este 2025 sin haber podido saborear la gloria final de la Maglia Rosa.