En esta era de corredores de ‘rompe y rasga’, y en la que las redes sociales obligan a estar en la cresta de la ola con cualquier tendencia o dar espectáculo dentro y fuera de la competición, Miguel Indurain (Villava, Navarra, ESP; 1964) fue siempre ejemplo de lo contrario. Sobrio, magnánimo, alejado de cualquier polémica y dejando una estela de grandiosidad genuina, de las que no necesitan Reels ni Shorts conmemorativos.
El miembro del Giro d’Italia Hall of Fame cumple este miércoles 61 años y alcanza en estas fechas tres décadas desde su último triunfo en la ‘Grande Boucle’, al que antecedieron sus dos conquistas en la general de la Corsa Rosa. Sin una palabra más alta que otra y con los focos rondándole pero él asomando solo cuando le apetece repasar el guión, el gigante y caballero navarro no ha encontrado todavía un corredor que se le asemeje, ni en las fronteras españolas ni tampoco fuera de ellas.