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Día Internacional de la Discapacidad: Agnese, Andrea y el ciclismo para superar límites

03/12/2025

En el Día Internacional de la Discapacidad, el Giro d’Italia y el Giro d’Italia Women centran la atención en dos historias que muestran cómo la vida de un atleta paralímpico es, ante todo, vida de deportista: hecha de planificación, esfuerzo, estudio, ambición y normalidad deportiva.

Agnese Romelli, nacida en Bérgamo pero residente en Pavía, al sur de Milán, comenzó a pedalear de niña y pronto ingresó al ciclismo de competición. A los 17 años, un grave accidente durante un entrenamiento le cambió la vida con la amputación de un brazo, pero no mermó su determinación: después de meses de hospitalización y una larga recuperación, volvió a subirse a la bicicleta gracias a una prótesis construida específicamente para pedalear. Hoy compite en el Team Equa, es directora deportiva, prepara a deportistas con y sin discapacidad y ha completado una doble licenciatura en Ciencias del Deporte, mientras estudia Nutrición Humana.

 

Ph. Credits Paolo Codeluppi

Claudia Cretti: caminos diferentes, un mismo ritmo. Las carreras son iguales

Mira la entrevista a Claudia Cretti, deportista paralímpica

Una historia diferente, pero sorprendentemente paralela, es la de Andrea Casadei. Originario de Rímini, no era deportista antes del accidente de motocicleta en 2009 que le causó la amputación de su pierna izquierda. Fue precisamente en el deporte donde encontró su  punto de inflexión: comenzó a pedalear casi como un desafío, se integró al Team Equa, fue convocado para la selección nacional italiano, compitió en la Copa del Mundo y en los Campeonatos de Europa y ganó seis títulos italianos en ruta y contrarreloj. Del ciclismo ha obtenido nuevos vínculos personales, nuevas posibilidades y un nuevo trabajo: hoy es guía cicloturístico en la ‘Riviera romagnola’ y cuenta con convicción que tiene una vida mejor que la que tenía antes.

 

Ph. Credits Paolo Codeluppi

Día Internacional de la Discapacidad 2025, la entrevista con Andrea y Agnese

Vuestro día a día se parece mucho al de cualquier deportista de alto nivel: entrenamientos, planificación, recuperación, objetivos. ¿Cuál es el aspecto de vuestra rutina que más sorprende a quienes no conocen de cerca el mundo paralímpico?

 

Agnese Romelli: “Lo que más sorprende es que ha cambiado muy poco en comparación con cuando era normodotada -sin discapacidad-. Empecé después de un año a manejar la bicicleta usando un brazo y ‘el brazo de la bici’, la prótesis construida ex profeso. No es complicado, solo es un poco doloroso, especialmente en terrenos irregulares; hay que evitar los baches y aprender a soportar. Eso es todo”.

Andrea Casadei: “El aspecto de mi rutina que más sorprende, según las personas con las que he tenido ocasión de relacionarme, es sin duda el volumen de entrenamientos que los atletas paralímpicos solemos soportar junto con la constancia, la meticulosidad y la determinación que ponemos, todo indispensable si se quiere aspirar a ganar algo importante. El volumen de entrenamientos se puede comparar con el de un atleta normodotado, incluso los ejercicios a menudo son los mismos, en bicicleta pero también en el gimnasio. Simplemente tuvimos que adaptarnos encontrando una forma diferente de ejecutarlos. Yo, por ejemplo, hago seis entrenamientos en bicicleta, entre carretera y crono, y dos sesiones de gimnasio a la semana”.

 

Muchos todavía piensan que un deportista paralímpico “se adapta” al deporte. En realidad, es el deporte el que se adapta al deportista, justo como les sucede a todos. ¿Cuál es la idea que les gustaría cambiar definitivamente en las personas que los miran desde fuera?

AR: “En realidad no querría cambiar nada. A menudo en la carretera los otros deportistas normodotados con los que pedaleo ven la ausencia de una ‘pieza’. Esto crea curiosidad y genera inclusión. Quien no conoce nuestro ‘mundo’, no sabe que se puede pedalear incluso con límites físicos. Nosotros podemos, con nuestro ejemplo, incentivar el conocimiento y la práctica del deporte con discapacidad”.

AC: “Me gustaría que en la mente de las personas cambiara precisamente la percepción de la discapacidad. Todavía con demasiada frecuencia se nos ve como algo diferente por lo que sentir compasión. Así que, me gustaría que la discapacidad se convirtiera en normalidad a los ojos de todos. Para que esto suceda, creo que se necesita una mayor visibilidad mediática hacia todo el movimiento paralímpico. Puedo afirmar con certeza que quien ha tenido la oportunidad de ver alguna competición deportiva paralímpica, y lo que un atleta con diferentes habilidades es capaz de hacer, comienza él mismo a ver la discapacidad con ‘ojos diferentes’. Al mismo tiempo, sería un estímulo para quien, teniendo una discapacidad, debe encontrar la fuerza para involucrarse. Esto es lo que me pasó a mí: me convencí viendo los Juegos Paralímpicos de Río 2016”.

 

Cuando entrenáis, hacéis exactamente las mismas cosas que hace un atleta profesional: planificación, trabajos específicos, pruebas, recuperación. ¿Cuál es el entrenamiento o la parte de la preparación que os gusta más y por qué?

AR: “La parte más satisfactoria es cuando vuelvo a casa destrozada: el casco y las gafas sobre la mesa, me siento un momento y siento que lo he dado todo. Es esa sensación de haber apretado a pesar del cansancio y los compromisos. Es ahí donde comprendes que el entrenamiento ha servido”.

AC: “La fase de la preparación que más me gusta es la del periodo invernal, donde se trabaja mucho la fuerza en el gimnasio, en todas sus expresiones, transformándola luego con ejercicios específicos en la bicicleta. Obviamente, para obtener resultados es importante confiar en un buen preparador deportivo, con el que se debe establecer un buen diálogo, una relación de confianza e intercambio de feedback. Si todo va bien, es muy gratificante notar las mejoras de rendimiento y el crecimiento de la condición física”.

 

¿Cuál es el mayor reto que habéis encontrado en vuestro camino y qué os ha enseñado sobre vuestr forma de ser deportistas?

AR: “Creo que el mayor reto ha sido adaptarme al dolor de la amputación. Al contrario de lo que se suele pensar, está presente y te pone a prueba todos los días. En mi caso, siempre ha sido un desafío contra mí misma lograr acostumbrarme y soportarlo para evitar tomar medicamentos. Me ha enseñado que no se llega a ninguna parte sin sufrir”.

AC: “La mayor dificultad que he tenido que afrontar ha sido sin duda la de convertirme en un deportista ‘de verdad’, siempre y a todas horas, porque, a diferencia de quien comienza la actividad deportiva de niño y crece formándose en función de ella, yo comencé a practicar ciclismo cuando tenía treinta años, después de mi accidente. Más de una vez en mi primer año como competidor pensé que me había ‘metido’ en algo más grande que yo. Había entrado a formar parte de uno de los equipos más fuertes del mundo y estaba rodeado de grandísimos campeones, con decenas de medallas. Me sentía fuera de lugar. La inseguridad a veces es parte de nosotros y se amplifica por lo que tenemos alrededor, pero ya estaba ‘metido en harina’ y tenía que navegar en ese océano. Nunca he tomado una decisión mejor que esta”.

 

Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, ¿qué mensaje os gustaría hacer llegar a los fans del Giro d’Italia y del Giro d’Italia Women y a quienes sueñan con empezar un camino deportivo sin sentirse “lo suficientemente aptos”?

AR: “Si no os implicáis, os quedaréis quietos para siempre. Empezar es siempre el paso adecuado”.

AC: “El mensaje que me gustaría que llegara es que no todos los eventos dramáticos que nos suceden son solo un escalón de la vida. A veces, con tiempo, voluntad y compromiso, se consigue encontrar algo bueno incluso en lo malo que nos ocurre. A quien en cambio sueña con empezar a hacer deporte y no se siente apto solo puedo aconsejarle que encuentre el coraje de ‘dar el primer paso’, luego el resto vendrá solo… Poned siempre el máximo esfuerzo, no os rindáis nunca y veréis que cada uno, a su manera, logra tener grandes satisfacciones”.

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