A los 100 años, cifra redonda que convierte su carrera en un círculo glorioso, nos ha dicho adiós este jueves Bernardo Ruiz Navarrete. ‘El Pipa’, como le conocían quienes más le querían en su Orihuela natal, la tierra del admirado Miguel Hernández, fue el primero en abrir hueco en el ciclismo para un país que vivía en el aislamiento.
Imaginen el final de los años ’40 en España. Hacía pocos años que se había salido de la Guerra Civil que partió el país en dos y convirtió a hermanos en enemigos. Se hablaba de autarquía, de sobrevivir con lo poco que podía generar un país aislado, por ser aliado con el Eje en la II Guerra Mundial. El Plan Marshall aún no había llegado. Las cartillas de racionamiento eran lo normal. El estraperlo, la única válvula de escape para obtener algo más que pan o arroz.
Su primera victoria fue inolvidable. La logró con 20 años, en la Volta a Catalunya. Con una bici de segunda mano y poco menos que con lo puesto. Ahí, este ‘niño de la guerra’ inició su camino hacia lo desconocido. A sacar a su familia del hambre. Fue el primer español en ganar etapas en las tres Grandes Vueltas. La del Giro d’Italia -que disputó en seis ocasiones- llegó casi al cierre de su carrera, nada menos que en la Ciudad Eterna, en Roma, batiendo al esprint a Pasquale Fornara y dejando atrás a todos los ‘monstruos sagrados’ de la época.
Llegó a correr 12 rondas consecutivas de tres semanas. Entre ellas, tuvo tres podios: el 3º de La Vuelta en el ’57, la victoria en la Vuelta a España del ’48 con la que se encumbró en el imaginario colectivo… y el podio en el Tour de Francia, tercero en 1952, por el que todos le recuerdan. Tras Fausto Coppi y Stan Ockers. Con Fiorenzo Magni tras él.
Empezó en España y viajó a equipos italianos, como Ignis o Faema. Al terminar, se hizo director. Acompañó a otro valenciano ejemplar, Angelino Soler, a la victoria más joven de un corredor en toda la historia de La Vuelta, hace ahora 64 años. Se hizo famoso por su meticulosidad, por su cuidado de la bici, y por una pasión infinita por el ciclismo. Valores que, por supuesto, le unirán siempre al Giro.
Descansa en paz, ‘Pipa’. Un abrazo desde tu querido Giro d’Italia.