Stage 21: Senago - Milano. Etapa 21: S
Milán es la sede del Giro de Italia, y en su larga historia ha acogido a menudo la conclusión de la Carrera Rosa. Sin embargo, el Giro ha “vuelto a casa” en diferentes lugares. Al principio era la Arena, la instalación deportiva más antigua de la ciudad, construida a instancias de Napoleón hace más de doscientos años. En otras ocasiones, el Giro ha llegado un poco más lejos, en Piazza del Cannone, entre el Castello Sforzesco y el Parco Sempione. O en el corazón de la ciudad, en Piazza del Duomo, como en las últimas ediciones. Pero las llegadas más espectaculares fueron las del Velódromo Vigorelli, que después de la Segunda Guerra Mundial fue al ciclismo lo que La Scala a la ópera.
De las llegadas a Milán, la más tumultuosa fue sin duda la del 9 de junio de 1948, cuando la maglia rosa de Fiorenzo Magni fue recibida en el Vigorelli por un bosque de silbidos y una lluvia de cojines y basura. Era la primera vez que un ganador era tratado de esta manera. ¿Qué ha ocurrido para provocar una reacción tan sensacionalista?
En aquella edición todo el mundo esperaba el eterno desafío entre Coppi y Bartali, pero tras un difícil comienzo los duelistas pronto acabaron por detrás en la clasificación. Los primeros en aprovecharlo fueron Vito Ortelli, y luego Fiorenzo Magni y Ezio Cecchi, que llegó a la maglia rosa en la última semana. Pero en los Dolomitas Coppi se desató y comenzó su remonta. Superó a todos en la antepenúltima etapa, Cortina-Trento, donde Cecchi se retrasó por pinchazos y caídas y Magni pudo hacerse con la maglia rosa por sólo 11 segundos. A la llegada, sin embargo, Bianchi, de Coppi, acusó a Magni de haberse aprovechado de una sesión de empuje organizada en el Pordoi. El jurado aceptó el recurso y le impuso a Magni una multa y una sanción de 2 minutos. Demasiado poco para Bianchi, que retiró a todos sus corredores en señal de protesta. En las dos últimas etapas los aficionados cantaron las alabanzas de Coppi e insultaron a Magni que, según ellos, sólo ganaba gracias a la “compañía de los empujones”. Magni estaba furioso y en la última etapa quiso demostrar que merecía la victoria, quemando a todos con un furioso sprint en el Vigorelli.