Etapa 6
Potenza > Napoli
Potenza
Potenza, capital de la Basilicata, es una ciudad que sabe sorprender. Y lo mismo ocurre con las montañas que la rodean, salpicadas de pueblos llenos de encanto, cubiertas por bosques interminables o modeladas por los viñedos del Aglianico DOCG, uno de los vinos típicos del sur de Italia que en los últimos años se ha dado a conocer y apreciar en todo el mundo. La Piazza Mario Pagano, renovada bajo la supervisión de la reconocida arquitecta Gae Aulenti, es el punto de partida ideal para un itinerario por la Basilicata apenínica, que luego, atravesando la región de Irpinia, llega hasta Nápoles. Justo como lo harán los corredores durante la sexta etapa del Giro d’Italia. No obstante, antes de dejar la capital lucana hay que recorrer la Strada Pretoria, la calle más animada y envolvente de la ciudad; subir hasta el Duomo de San Gerardo; visitar el Palazzo Loffredo, que alberga la Capilla de los Celestinos: y el Museo Arqueológico Nacional de la Basilicata Dinu Adamesteanu, que ofrece al visitante una visión completa de la arqueología de toda la región.

Muro Lucano
La primera parada del día es el Muro Lucano, un pueblo–belén literalmente encaramado en las laderas de un espolón de roca caliza, en cuya cima se alzan la Catedral de San Nicola e Camera (siglo XII) y el imponente castillo medieval. Superado el paso de Monte Carruozzo se entra en Campania descendiendo hasta Conza, situada junto al lago artificial formado por las aguas del río Ofanto. Es el momento justo para otra parada que permita visitar el Parque Arqueológico de Compsa, con los restos de la ciudad romana donde destacan el Foro romano, el Anfiteatro, las Termas, la Catedral y la Columna-Emblema.
Avellino, capital de la región de Irpinia, parece celosa de sus maravillas. Y, en parte, las esconde. Por eso, no hay que dejar pasar la oportunidad de visitar los tesoros del Avellino subterráneo: los túneles lombardos, las Grutas de Villa Amendola y el hipogeo del Casino del Príncipe, que revelan el rostro secreto de una ciudad realmente sorprendente. Tampoco deben sorprender los escaparates que exhiben calzado y prendas de piel: no muy lejos de la capital se extiende el polo de Solofra, núcleo del distrito del calzado y la marroquinería, sede de decenas de pequeñas empresas cuyos productos se aprecian en los cinco continentes.

Monteforte Irpino, Nola y Afragola
Monteforte Irpino, Nola y Afragola son las etapas que preceden a la siempre inolvidable entrada a Nápoles. Tras la llegada de la carrera, comienza el descubrimiento (o redescubrimiento) de la ciudad. Si el tiempo disponible es escaso, hay que elegir bien los destinos. Que, en orden aleatorio, podrían ser: Piazza Plebiscito y el Palacio Real, el Duomo de San Gennaro, Castel dell’Ovo, el Maschio Angioino, el Museo y Real Bosco de Capodimonte y el Monasterio de Santa Chiara. Solo como inicio, claro. Porque Nápoles es también cuna de artesanías de excelencia, fruto del saber hacer de sus orfebres, por ejemplo. Pero también es la sede de algunas de las sastrerías más exclusivas de Italia, además de fabricantes de corbatas, paraguas y bastones de paseo. Noblesse oblige.