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Giro d’Italia 2021, Etapa 11: Perugia – Montalcino. El lazo rosa

17/05/2021

Giro d'Italia 2021, Tappa 11: Perugia - Montalcino. Il nastro rosa

Etapa 11: Perugia - Montalcino. El lazo rosa

Es impensable separar el Giro d’Italia de la maglia rosa, sobre todo en el año en que esta niña cumple noventa años. Aunque suene a frase de chocolate, se podría definir el Giro como un apóstrofe rosa entre dos ciudades, no siempre las mismas. Una cinta larga de color carne -o melocotón, salmón, rosa antiguo, polvo, plumas de flamenco-: en el curso de su larga historia, el símbolo de la supremacía ha cambiado a menudo de tonalidad, sin abrazar una fija, entre Turín y Milán, como este año, o entre Milán y Milán, como en las ediciones inaugurales, la de 1909 o incluso la de 1931. A su manera, dos primicias: el estreno absoluto de la carrera y el nacimiento de la maglia rosa.

La unión, ahora prácticamente inseparable, tiene, de hecho, una fecha de inicio: hasta 1930 el líder de la carrera no estaba marcado por ningún signo. La maglia rosa debutó al año siguiente y encontró inmediatamente un ávido cazador en Learco Guerra. Tal vez porque ya había tenido la oportunidad de saborear lo que era vestir de amarillo en el Tour de Francia durante varios días el año anterior. O tal vez porque la primera etapa de aquel Giro terminó en casa, en Mantua: ser el primero en señalar con colores que lo era, justo entre amigos y familiares, resultó ser un sueño capaz de hacerle destrozar el primer sprint. Y fue tan fuerte alimentar pensamientos ambiciosos para el futuro, tanto como para tomar el bis ya al día siguiente.

Learco Guerra completaría su pequeña odisea tres años después, dominando la edición de 1934

La carretera, sin embargo, pensó lo contrario, obligándole a abandonar ese flamante maillot ya en la tercera etapa, bajando de Ravenna a Macerata. Pero Guerra, que se había criado como constructor en una obra, como demostraban su complexión no precisamente larga y su fuerza hercúlea, no era de los que se desaniman a la primera dificultad. Después de un primer sabor a rosa, se propuso hacer una explosión y encontró las dos etapas con la llegada y la salida en Perugia: el abrazo de la Piazza IV Novembre, el corazón de una ciudad de sueños románticos, resultó ser el escenario perfecto para ponerlo de nuevo en cabeza. Una hazaña casi natural en una ciudad que, según la leyenda, fue fundada por Ulises: favorable a los retornos, tal vez problemáticos.

Pero ni siquiera el segundo doble fue suficiente. La mala suerte, que unos días antes se había cebado con su rival, el príncipe Alfredo Binda, le involucró en una mala caída que le obligó a retirarse. Los más supersticiosos arrugaron la nariz, pero pronto tendrían que cambiar de opinión. Learco Guerra completaría su pequeña odisea tres años después, dominando la edición de 1934. Desde el principio quedó claro que esta cinta no sería siempre una pasarela triunfal, suave y sinuosa. A menudo podía ser rígido y hostil, como el arco de Odiseo, pero de color rosa.

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